“Se ha roto el reto en pos de una ruta”. Con este sencillo juego de palabras clausuraba el director del Sello editorial UCA el Congreso de la Edición Académica, que reunió a editoriales universitarias, especialistas, consultores, editores e investigadores nacionales e internacionales en el Salón de Grados de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales de la Universidad de Cádiz. Desde su planta victoriana, testigo inapelable de su origen como antiguo Hospital, el espacio universitario hacía viable otro espacio, algo más metafísico, pero igualmente identificable: la idea de un evento donde se pudiera comenzar a ir superando el carácter de reto editorial en el mundo académico por otro más práctico, dispuesto a solucionar de manera práctica, problemas y cuestiones que a diario se plantean todas y todos los que de alguna manera, tiene en la edición académica un elemento preferente. Y ello, de alguna manera, se ha logrado con este congreso o, mejor dicho, un primer paso para otros postreros.
Jaume Balmes, consultor editorial y coordinador del evento, aseveraba la convicción de todos los asistentes a que, debido a su éxito, el congreso tuviera continuidad, y daba igual como, cuando y donde se produjera, pero que la tuviera. Y es que estas cuestiones y problemas antes aludidos, se vieron acogidos por un espíritu colaborativo que se evidenció a lo largo de estos dos días de celebración, con una buena remesa de ejemplos, de buenas prácticas y de soluciones emanadas de la experiencia. Y todo ello de manera variada, pues no solo se plantearon asuntos más técnicos relacionados con el mundo digital, también enfoques de edición aplicada o desde la promoción, venta, distribución o valoración de indicadores de este complejo pero apasionante mundo de la edición académica. Así, era posible oír los planteamientos de Álvarez Espinar sobre W3C, de Bruce Rosenblum sobre conversión de archivos XML, de Juan Prieto sobre la edición omnicanal o Paco García Pacheco sobre LaTex, tanto como los de Jorge Portland sobre repositorios académicos, José Alba sobre el texto académico on-line o Antonio Dávila sobre las edición críticas digitales para humanidades.
Pero tampoco faltaron las apreciaciones de otras dimensiones más editoriales o empresariales de la edición académica, como la de Ismael Gálvez en torno a la impresión bajo demanda, Enrique Pascual y los problemas de los editores clásicos en el nuevo escenario, e incluso los enfoques más variados como el de interfaces de Alexander Markowetz o la búsqueda otorgada por Google Scholar para editores por parte de Luis Collado. La identidad de las colecciones, de Javier Merchán y de las editoriales según el SPI, de Elea Jiménez rubricaron una variada y sugerente propuesta que tuvo un balance altamente satisfactorio como así loatestiguó la presencia y empatía académica de los profesionales allí congregados.